ConexiONEs Cuenca, más allá del emprendimiento

En este post descubrirás por qué emprender va mucho más allá de levantar rondas o escalar un negocio. Te contamos lo que ocurrió en ConexiONEs Cuenca, un encuentro donde la gestión emocional, los comienzos inciertos y la importancia de crear comunidad fueron protagonistas.

Conexiones Cuenca
Publicado
27 mayo 2025
Tipo de recurso
Post
Tiempo de lectura
7 minutos

Tras su estreno en Canarias, ConexiONEs llegó a Cuenca para seguir tendiendo puentes entre personas emprendedoras, entidades innovadoras, instituciones públicas y demás agentes del ecosistema. Un encuentro pensado para intercambiar ideas, compartir experiencias reales y generar conexiones con propósito. 

Emprender no solo consiste en levantar rondas de financiación o escalar rápido. También significa resistir cuando todo tiembla, encontrar calma en medio del caos y acompañarse mutuamente en la incertidumbre. Y precisamente eso fue lo que ocurrió el 22 de mayo en el salón de actos de la Facultad de Educación de la UCLM en Cuenca. 

La jornada arrancó con la presentación de la Plataforma ONE, un espacio abierto, gratuito y colaborativo al servicio del emprendimiento y la innovación en España. A continuación, se llevaron a cabo dos mesas de diálogo sobre uno de los temas más relevantes y menos visibilizados del emprendimiento: la gestión emocional y los primeros pasos a la hora de emprender.


El lado menos visible del emprendimiento

La primera mesa redonda moderada por Thais Glod Núñez, CEO y fundadora de INNBOUND, contó con la participación de Guillermo Gómez, CEO de Enarti; Ester Somolinos, cofundadora de Fetén; y Jaime Rodríguez, COO de Caranva Sports. A pesar de sus  trayectorias distintas, los tres coincidieron en una idea clave: emprender es un proceso exigente que requiere apoyos sólidos y atención a la salud emocional.

Guillermo Gómez sintetizó esta visión con una frase que generó consenso en la sala: "El síndrome del impostor es lo mejor que te puede pasar como persona emprendedora, porque te obliga a repensarte y a crecer". También compartió una práctica sencilla pero efectiva para momentos de saturación: "Cuando te pasas de rosca, una libreta y un boli para escribir por qué empezaste, te pueden salvar”.

Desde la experiencia de una startup en crecimiento, Jaime Rodríguez habló con franqueza sobre los momentos de duda: "Hay días en los que quieres tirar la toalla. Pero escuchar a tus clientes, ver cómo crecen contigo, te da aire para seguir”. Su intervención sirvió para poner sobre la mesa la importancia de los primeros años del proyecto, cuando la presión es especialmente intensa.

Ester Somolinos aportó una perspectiva centrada en lo que habitualmente no se ve: "Emprender no solo es bonito. Tiene mucho de caídas, de dudas, de noches sin dormir. Por eso estos espacios son necesarios: para compartir, para sentirnos menos solos, para recuperar fuerza”. Su mensaje reforzó la necesidad de construir entornos donde se pueda hablar abiertamente de la cara menos visible del emprendimiento.

Durante la charla también hubo espacio para compartir estratégicas desde “chillar en el coche” para liberar tensiones, hasta apoyarse en un advisory board, "ese círculo de confianza que ve tu proyecto desde fuera y te dice verdades con cariño”.

Fue una conversación honesta y necesaria, en la que quedó claro que el bienestar emocional no es un tema secundario en el mundo emprendedor, sino una condición imprescindible para sostener los proyectos en el tiempo.


Empezar no es fácil, pero siempre hay un motivo

En la segunda conversación, moderada también por Thais, participaron David Pedroche, CEO de Pluviis; Marta Guillem, Emprendedora digital en Metricsalad; Marta Garrido, Founder MOBHU; y Andrés Saboya, Ingeniero de TUVATIO. El tema central ¿Qué te lleva a emprender y cómo validar una idea cuando el camino apenas empieza? 
Todos compartieron motivaciones distintas, pero con un hilo común: detectar una necesidad y decidir hacer algo al respecto.

Andrés Saboya contó cómo su primer proyecto nació en un gimnasio, con una bicicleta estática capaz de generar energía. Con el cambio de la normativa, tuvo que repensarlo todo. Esa experiencia le llevó a reenfocar su energía hacia el sector fotovoltaico, donde encontró un modelo con más recorrido: "no se trataba solo de tener una buena idea, sino de construir una idea posible y escalable”, explicó.

Por su parte, Marta Garrido habló desde un lugar más personal: "sentía que trabajaba ocho horas al día sin dejar huella. Emprender fue una forma de recuperar el sentido de lo que hacía, de sentirme útil y generar un impacto real”. Su testimonio puso en valor el emprendimiento como una vía para reconectar con el propósito profesional.

David Pedroche compartió su transición del mundo corporativo al entorno emprendedor: "pasé de trabajar en una gran empresa muy protocolizada a estar solo frente al caos. Y, aun así, me gusta más. Porque cada problema que resuelvo me conecta más con mi proyecto”. Su aportación evidenció una realidad común: emprender implica asumir incertidumbre, pero también ofrece un nivel de implicación y aprendizaje difícil de encontrar en otros contextos.

Finalmente, Marta Guillem destacó la importancia de la validación constante en los inicios: "la idea puede parecer buena, pero si ya existe algo parecido, tienes que encontrar tu diferenciación. No basta con creer en ella: hay que adaptarse al mercado, pivotar con criterio y escuchar el feedback sin perder el foco”. Su mensaje fue especialmente claro en lo que respecta al equilibrio entre intuición y datos, una clave fundamental para tomar decisiones bien fundamentadas.

Esta segunda conversación ofreció una mirada honesta sobre los comienzos: lo difícil que es arrancar, pero también el poder de tener un propósito claro. En todos los casos, el primer paso es observar, cuestionar lo establecido y atreverse a construir algo nuevo. Y, sobre todo, aceptar que el emprendimiento no es una carrera de velocidad, sino un camino de aprendizaje constante. 


Conexión, comunidad y confianza

El evento cerró con una dinámica de networking diseñada para ir más allá del intercambio superficial de tarjetas. Personas que hasta ese momento no se conocían compartieron aprendizajes, inquietudes, retos y recursos. Se formaron vínculos, surgieron ideas, y lo más importante: muchas personas se fueron con la sensación de que no están solas en esto.

Si algo quedó claro en Cuenca es que emprender no es cuestión de superhéroes o superheroínas, sino de personas reales, con dudas, con miedos, con ganas de transformar el mundo… pero también de transformarse en el proceso. Y que cuando hay espacios donde se puede hablar sin filtros, donde las emociones no son debilidades sino brújulas, y donde se abren puertas al conocimiento compartido, el emprendimiento se vuelve más humano, más consciente y más sostenible.

ConexiONEs seguirá recorriendo territorios, escuchando voces diversas y sembrando comunidad. Gracias a todas las personas que participaron y que hacen posible que estas conversaciones ocurran. Cuenca nos ha recordado que la conexión más valiosa es la que nace desde la verdad.